Descrição
El retrato de la persona siempre fascinó al hombre, y el arte hizo de esa intención un permanente compromiso, pese a que la materialización del mismo resultase sumamente difícil. Máxime cuando esa obligación conducía al artista ante su conflictiva ambivalencia, esa coexistencia de pasiones e intereses contrapuestos (varón - hembra), que es crítico conocimiento. De esa relación hombre/mujer derivaban dos vías de presentación estética: vestidos o desnudos, es decir, ataviados con lo innecesario o expuestos en su esencialidad humana. Si en el caso de la mujer los problemas fueron menores (de forma relativa), porque su cuerpo solía entenderse como fuente demostrativa de la perfección, en el caso del hombre-hombre los problemas fueron mucho mayores (con ser en verdad idénticos). Lo que el arte admitió en un principio como conveniente (el desnudo femenino), lo fue eliminando progresivamente en su opositor antropológico, quedando el hombre desnudo como incómodo referente para el realismo beato del pudor, academicismo social que incomodaba, claro está, a los más desnudos de inteligencia.